miércoles, 18 de julio de 2012

TRANSMISIÓN DE VALORES DESDE EL DEPORTE (1)

En primer lugar, pedir disculpas a los seguidores del blog por tanto tiempo sin escribir. No tengo más excusas que la mala gestión de mi tiempo.
Desde la publicación en el blog de la Federación de Baloncesto de la Comunidad Valenciana de mi colaboración al respecto de la relación entre padres/madres de jugadores y los entrenadores en equipos deportivos, cuyos enlaces publico a continuación(la primera parte del artículo y reducida la encontráis en http://fbcvblog.blogspot.com.es/2012/05/los-padres-en-el-baloncesto.html; la segunda parte ampliada en http://fbcvblog.blogspot.com.es/2012/06/fbcventrenadores-los-padres-en-el.html) se me había requerido desde diferentes fuentes la posibilidad de tratar y explicar un posible modelo de transmisión de valores desde el deporte. En esto quiero invertir hoy mi tiempo, y espero que resulte interesante.

En esta primera parte del artículo quiero incidir en la importancia de recuperar determinados valores en la sociedad actual, para en una segunda parte ver cómo estos pueden trabajarse desde el deporte.

Estamos pasando una época difícil: cuando pones las noticias en tv, escuchas radio o lees la prensa escrita en papel o digital, todo es crisis económica, corrupción, dificultades, recortes, descontento con la clase política o con quienes nos representan.

Las dificultades económicas que todos estamos pasando desde el 2008, llegan a partir de múltiples motivos, en los cuales no voy a entrar y para ello mis amigos economistas tienen más conocimientos que yo y podrían analizar esta cuestión, pero sin duda ha venido aderazada por una tremenda crisis de valores en nuestra sociedad.
Nuestros antepasados antiguamente valoraban el trabajo, y generaban sus negocios a base de trabajo, esfuerzo, sacrificio y humildad. Podríamos poner miles de ejemplos de negocios millonarios hoy en día que comenzaron siendo pequeños negocios a mediados del siglo pasado. Se ganaban el respeto en base a su trabajo. Son valores que parecen haber desaparecido en la actualidad. Antes, para hacer dinero no había otra que sudar; ahora parece que basándonos en la ley del mínimo esfuerzo, buscamos hacer dinero a partir del menor esfuerzo posible. Parecerá demagogia, pero me pongo en lugar de los adolescentes de hoy en día, y les entiendo si piensan en para qué van a pensar en su futuro, en sus estudios, en el esfuerzo que deben realizar, si sus ídolos se hacen millonarios y tienen la vida solucionada a partir de convivir unos cuantos meses en una casa tirados en el sofá y pendientes del edredoning, o discutiendo en platós de televisión sobre cuestiones banales y sin importancia.

Aunque demagogia, esta cultura se ha instaurado en nuestra sociedad. Probad a preguntar a cualquier chaval de 15 a 18 años cómo se ven cuando tengan los treinta años. La gran mayoría os responderá que no lo sabe, que no se ve. Y es verdad que a esa edad es difícil, pero ¿para qué van a pensar en qué quieren de su vida si lo que ven en los medios es que pegando un buen pelotazo, o teniendo un buen enchufe, tienen la vida solucionada?.  En los últimos años hay varios ejemplos de ello: el negocio inmobiliario, para muchos inicio básico de la situación en la que nos encontramos, es uno de ellos. Recuerdo cuando compré en 2002 mi piso en Valencia apenas ganando 600 € al mes y más fuera que dentro de la empresa donde trabajaba, como la chica de la Inmobiliaria, con ganas de facturar otra operación, me comentaba: "No te preocupes de no poder pagarlo. Si alguna vez no pudieras, lo vendes y ya está. Y todavía le ganarás dinero. El ladrillo es la única inversión que nunca se devalúa" A los cinco meses, estaba fuera de la empresa. Afortunadamente pronto estaba trabajando de nuevo. Además, mi piso no era una inversión, sino una necesidad ¿Pero no es cierto que dan ganas ahora de ir a visitar a aquella chica a la inmobiliaria? Probablemente ya no esté ni la chica, ni la inmobiliaria. Otro ejemplo: A muchos se nos calló un mito cuando se destapó el caso Noos y las andanzas de Iñaki Urdangarín, ídolo de muchos de mi edad viéndolo competir con la Selección Española y con el FC Barcelona de Balonmano.

La cuestión es que en estos momentos vivimos una situación de desconfianza tremenda, donde quien tiene dinero no lo mueve, no lo invierte, y si lo invierte prefiere sacarlo fuera de nuestras fronteras, y quien no tiene dinero se preocupa de qué va a pasar con su trabajo en el mes de septiembre cuando vuelva de vacaciones, desconfiando de sus jefes, de sus superiores. Todos, independientemente de la clase social, desconfiamos de nuestro políticos, de quienes nos gobiernan, de quiénes tienen en su mano nuestro futuro. Y creo firmemente que en la base de toda esta desconfianza está la carencia de valores que comentábamos anteriormente: esfuerzo, trabajo, humildad, sacrificio, competitividad (bien entendida). Tanto los ciudadanos, como las empresas y los empresarios necesitan de estos valores, necesitan recuperar la confianza en estos valores, y sin duda, es en el deporte, en uno de los ámbitos donde estos valores permanecen intactos.

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