miércoles, 27 de noviembre de 2013

TOMMY TORRES, O EL ÉXITO DE LO MÁS SENCILLO

Sé que pensaréis que qué carajo tiene que ver Tommy Torres en un blog de psicología y deporte. Dadme unos minutos más de escritura, y daos a vosotros mismos unos segundos más de lectura, ¿ok?

Tommy Torres es un reputado músico, cantautor, productor, compositor y arreglista puertorriqueño. Conocido y con prestigio dentro de los círculos musicales, esta semana se ha hecho famoso en España al conocerse la historia de su canción “Querido Tommy”, compuesta a partir de un correo electrónico que el cantante recibe de un fan que le pide por favor le componga una canción para poder enamorar a su chica y sorprenderla. Para los que no conozcáis la historia, podeis descubrirla y escuchar la canción en el siguiente enlace, que yo descubrí hace un par de días gracias a mi buen amigo y gran entrenador, David Amorós: http://www.hispasonic.com/foros/increible-contestacion-musico-fan/411577

Hace un año que Tommy Torres lanzó su disco en Latinoamérica, y a falta de 3 meses para que su productora lo lance en España, se ha dado a conocer a través de Internet gracias al poder de viralización de las redes sociales, que ha llevado a más de 6 millones de visitantes en menos de una semana (y creciendo) al video de la canción en Youtube.

Reconociendo que es un hecho fantástico y de una naturaleza creativa inmensa, sin querer entrar en discutir si el hecho es real o es una maniobra de marketing perfectamente orquestada de la productora, hemos de reconocer que el hecho creativo de la acción de Tommy Torres, está en coger la carta de su fan para componer la canción. Podría haber compuesto a partir de todos los datos una poesía perfecta y cargada de frases hechas y romanticismo, pero se dedica únicamente a poner música a la letra de Paco. ¿Más fácil? Imposible. El éxito está en haber captado la esencia de la carta del fan y desde hay Tommy consigue hacer fácil lo más difícil. Como el mismo cantante dice en su canción, “no confundas palabrería con sentimiento, las metáforas son pajas del intelecto”.

Y esto me lleva a la reflexión hacia el deporte: ¿Cuántas veces los entrenadores nos hacemos pajas intelectuales? ¿Nos hacemos pajas por encontrar la frase perfecta que active y motive a nuestros deportistas? ¿Y por encontrar el ejercicio o la rueda perfecta que les adiestre? ¿Y por encontrar la corrección exacta que haga ver al deportista su error? ¿Y por confeccionar el entrenamiento perfecto que cargado de lógica ofrezca herramientas para enseñar/aprender aquello que tenemos en “nuestra” planificación? ¿O ese sistema ofensivo o defensivo que encajará todas las piezas del puzzle a la perfección y nos asegurará el éxito? Creo que esto está en la naturaleza misma del entrenador, pero con tanta paja intelectual, hacemos difícil lo fácil. Nos olvidamos de lo más importante: el juego y el jugador.

El deportista cuando entrena quiere jugar, quiere practicar. Metodológicamente, ¿hay algo más sencillo que el juego global? Seamos capaces de corregir desde el juego, y hacer que el jugador aprenda a escuchar y a autocorregirse jugando… pero nos encanta ser protagonistas del proceso de enseñanza/aprendizaje. Y como no nos entienden, entonces siguiendo una correcta metodología reducimos la tarea hasta límites insospechados, dejando de tener sentido cognitivo y motriz esa tarea reducida con el juego global. Buscamos entonces la rueda perfecta, que claro, para ser perfecta hay que complicarla cada vez más. Resultado: con un poco de suerte ejecutan, pero a la hora de jugar siguen jugando a su manera. Metodológicamente, hemos hecho difícil lo más fácil. Probablemente por su falta de transferencia al juego real, que es precisamente lo que el jugador quiere hacer.

Otro error común para los que entrenamos grupos deportivos, son las carencias que tenemos en la comunicación individual con nuestros deportistas. Hablamos con el grupo, sí… pero ¿y con ellos, con los deportistas? ¿Cuáles son sus expectativas para la temporada? ¿Cuáles son sus zonas de juego de mayor influencia? ¿Cuáles piensa que son sus roles que puede llevar a cabo con mayor facilidad? ¿Qué movimientos son los que más cómodo realiza? ¿Cómo le gustaría ejecutar una última jugada en la que hay que anotar? ¿En qué compañero confiaría para jugarse ese último tiro? Tácticamente, nos encanta reflexionar como entrenadores sobre estas cuestiones y hacer equipos a nuestra imagen y semejanza, y ofrecer soluciones a los problemas, pero al final, el balón lo tienen ellos y las decisiones durante el encuentro las toman ellos. ¿Por qué no hacerles participes de nuestras reflexiones y preguntarles? Porque nos encanta hacernos pajas intelectuales. Estratégica y tácticamente, hemos hecho difícil lo fácil. Porque la solución para ganar el partido no está en nuestro diseño de sistemas, sino en cómo acoplamos las características de nuestros jugadores a la necesidad que te plantea el partido en sí.

En cuanto a la comunicación directa y las correcciones al grupo también nos gusta hacerlo difícil. ¿Te has parado a pensar cuánto tiempo de entrenamiento estás realmente entrenando, y cuánto estás dando un clínic? Pídele un día a un compañero que te cronometre los tiempos, sin que tú lo sepas, y te llevarás una sorpresa. El tiempo realmente aprovechado es mucho menor que el tiempo disponible. La mayoría de las veces llevamos claro de casa qué hacer, pero no está tan claro qué decir. Y como no lo tenemos claro, en los entrenamientos nos vemos obligados a parar para elaborar un mensaje que entiendan. El jugador está demasiado tiempo escuchando, parado y aburriéndose. Hemos vuelto a complicarlo todo, como no. Como el jugador lo que quiere es jugar y practicar, la receta es fácil: di pocas cosas, dilas bien y repítelas cuánto sea necesario mientras ellos practican. Cuando hablamos demasiado hacemos difícil lo más fácil, que es hacer que mejoren dándoles un balón, proponiendo una tarea y dejándoles que practiquen.


Tu deporte es tu deporte. Tus jugadores son tus jugadores. Y tú eres tú. Intenta reflexionar sobre cómo termina la canción de Tommy Torres, y transferirla a tu trabajo como entrenador en deporte:  “…eso del romanticismo es solo un juego de ajedrez. Cuando se trata de sentimiento, no hay nada como ser directos, dile que la amas, y nada más… seguro que bastará…” Fácil… ¿no?