viernes, 6 de febrero de 2015

CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS DEL ENTRENADOR DE FORMACIÓN

Con muchos de los que me lean habré debatido ya sobre la pobre salud del baloncesto de formación en Valencia, con cada vez menos niños (o al menos es mi percepción) jugando a minibasket; los que juegan a un nivel sensiblemente inferior que hace temporadas y en general menos implicados (haga memoria el lector y trasládese al año que le plazca); con responsables cada vez más preocupados por la competición y los resultados que la formación a partir de los 12-13 años, cuando las categorías cadete y junior son claves para el desarrollo del deportista senior… Podría extenderme en mis motivos para hacer este juicio de valor, pero no es el motivo especial del artículo.

Preocupados por la formación del entrenador de formación, y con el objetivo de mejorar la calidad del baloncesto que se ofrece, anoche tuve la oportunidad de participar en un debate en Lliria con los entrenadores de la Escola de Bàsquet de la localidad invitado por mi buen amigo Paco Jiménez. El título de la reunión era “Cualidades del buen entrenador de formación”, y se sacaron conclusiones muy positivas de la aportación de todos los técnicos de la Escola de Bàsquet Lliria. Es lo que hoy quiero compartir con vosotros, a modo de resumen, y que yo enumeraría como capacidades psicológicas más importantes de los entrenadores que quieran dedicarse a la formación. Probablemente no estén todas las necesarias, pero seguro que estas son importantes:


  • Capacidad de creación de un clima motivacional orientado a la tarea. En la práctica deportiva podemos conseguir que nuestros deportistas se centren en el proceso de aprendizaje, en aprender, en la tarea… o que se centren y estén pendientes de los resultados deportivos.  Del primer modo, la percepción de habilidad estará referida al progreso y evolución personal en el deporte, mientras que de la segunda manera, la percepción de habilidad dependerá de poder demostrar una superior capacidad comparándose con los demás rivales. La orientación a la tarea es un patrón de conducta más controlable por nosotros mismos y  por los deportistas, y por tanto más adaptativo para la formación.    
  • Capacidad de aceptación incondicional de nuestros deportistas. No limitar ni discriminar a ningún niño por razones de capacidad física, técnica o psicológica en el equipo, y ponerle las herramientas para que sea lo mejor posible en su disciplina en función de sus propia capacidad, aceptando así que los resultados deportivos pueden variar temporada tras temporada, depediendo de la materia prima con la que trabajamos.  Como una vez me decía mi amigo Gabi Fernández: como entrenadores no somos más que el peor de nuestros jugadores ni el peor de nuestros resultados. Al final de todo, estamos modelando personas, seamos honestos y vivámoslo con la pasión que ello merece.
  • Capacidad para centrarse en buscar soluciones en los problemas que le plantea la dirección del equipo y el aprendizaje de los deportistas. No perder el tiempo autocompadeciéndose pensando en lo bonito sería que las cosas fuesen de otra manera. Si no te gusta lo que tienes, diseña desde lo que puedas controlar herramientas para cambiar eso que tienes.  Encuentra la responsabilidad en ti mismo: ya sabemos que los árbitros son malos… que los directivos son malos… que los jugadores son malos… que la Federación es mala… Que los padres son malos… No culpes a otros de tus problemas: ¿Qué puedes hacer tú? Desde aquí, céntrate en cuestiones que tú puedas controlar, y cámbialas.
  • Capacidad para no vivir del pasado y centrarse en el presente. Si preguntamos a cualquier técnico, todos dirán lo mismo: “…cuando yo tenía vuestra edad…” Claro que los padres y los niños de hoy en día no son como los de antes. La sociedad cambia y con ella sus protagonistas, y hemos de adaptarnos. Si un Club ha tenido equipos al máximo nivel y ahora no los tiene, hemos de adaptarnos. Si hemos entrenado equipazos en máximas categorías y hemos sido campeones, y ahora no los tenemos, hemos de adaptarnos. Si hemos sido deportistas de alto nivel y nuestros deportistas no lo viven como nosotros o tienen características diferentes, hemos de adaptarnos. En ningún sitio está escrito que el presente tenga que ser como el pasado. Entrena al máximo sin frustrarte por esto.
  • Capacidad para pensar siempre en el largo plazo. El desarrollo de las personas es muy lento, y la formación en deporte es lento también. Es cierto que vivimos a un ritmo que demanda resultados inmediatos, pero lamentablemente la formación deportiva no funciona así. El entrenador ha de dedicar tiempo y paciencia a la formación de sus deportistas, aceptando y entendiendo que puede ser necesario sacrificar resultados a corto plazo para tener mejores resultados en el futuro. Y desde aquí, estudiar, visionar y desarrollar la proyección que tengan nuestros deportistas.
  • Capacidad para aprender de las derrotas y resultados negativos. Y esto no es no querer ganar; claro que en la competición queremos ganar siempre, pero no a costa de todo. Y el buen entrenador de formación es capaz de irse dolido a casa por una derrota, pero sacar de ella signos de dónde sus deportistas no están dando su máximo potencial, para mejorarlo en el futuro.

Como decía Nacho Rodilla ayer a la finalización de la reunión, la conclusión es que entrenar no es fácil. La buena noticia es que ser un buen entrenador en formación no es algo exclusivamente genético, sino que puede cultivarse y aprenderse… La mala noticia es que el camino es tortuoso y plantea dificultades.


Pero nadie nos ha dicho que no pueda recorrerse.